Pto. Rico

Iglesia San Alberto Magno

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Al finalizar la década de 1930, Puerto Rico se había afianzado bastante en su economía, la población aumentaba y la iglesia provisoria, cercana al puerto (hoy capilla San Miguel) ya resultaba pequeña y muy alejada de las chacras que se expandían alejándose del río. La gente anhelaba un templo más amplio y cómodo.

En 1940 el Padre Francisco Behres, cura párroco, convoca al religioso Hno. Meinrad Magg de la Congregación del Verbo Divino, dedicado al trabajo de carpintería, especializado en construcción de iglesias y colegios, para diseñar el plano del futuro templo parroquial.
Mientras tanto, se aboca a encontrar un sitio adecuado para el nuevo emplazamiento y encuentra dos terrenos consecutivos que le parecieron óptimos para ubicar el nuevo templo. Es así que compra las propiedades de Pedro Strieder y Juan Wagner y podemos decir que el P. Behres fue un visionario en este sentido, ya que estos terrenos en lo alto de una colina, y con acceso a la Ruta Nacional 12 recién abierta en ese entonces, se constituyen en el sitio ideal que daría un marco imponente a la obra. Es donde hoy encontramos todo el conjunto de construcciones vinculadas a la iglesia Católica: Templo, Casa Parroquial, Salón Parroquial, Colegio San Alberto Magno (primaria) Casa de las Hnas. Siervas del Espíritu Santo, Instituto San Alberto Magno (secundaria), Hogar de Ancianos San Antonio y Complejo Polideportivo del ISAM.

El Hno. Meinrado Magg carecía de título profesional, pero su saber experto en herrería y carpintería, le permitía cumplir con holgura el trabajo encomendado, que una vez finalizado conformó plenamente al sacerdote quien envió el proyecto a la sede de la SVD, de Rafael Calzada (Bs. As.) para que fuera refrendado por el arquitecto Vogeler, quien lo devolvió sin enmiendas, y así, rápidamente se pudo comenzar con la construcción de la iglesia. Mientras tanto se celebraban las misas dominicales en el patio y o aulas del colegio San Alberto Magno, a pocos metros de la nueva construcción.

El trabajo de construcción del templo respondió a un sistema cooperativo perfectamente organizado. Existía una Comisión Pro Construcción del Templo, encabezada por su presidente Felipe Schardong, formando equipo con el maestro principal de obras, el inmigrante Juan Reiser.

Los jefes de grupo eran: Huberto Kunrath, Antonio Rosenbach, Raimundo Krindges, Juan Vier, Juan Aloisio Wolfart, Serafín Vogt y Juan Otto Seidel. Estos jefes de grupo a su vez estaban a cargo de una cuadrilla de operarios que eran generalmente vecinos de una línea de la colonia. Cada grupo iba alternando en turnos semanales organizados, siempre dependiendo de la existencia de materiales y de las condiciones climáticas. Cada grupo de hombres acampaba junto a la construcción, ya que se aprovechaba desde la primera claridad matinal, hasta que la sombra de la noche se aproximaba, y entonces, ya era tarde para trasladarse hasta sus casas a muchos kilómetros en la colonia.

En un papel escrito a máquina por Silvinus Schoffen aparecen datos interesantes en referencia a la construcción de la iglesia:
-Comienzo de la construcción: noviembre de 1941.
-Colocación de la piedra fundamental: 20.09.1942.
-Además proporciona un listado de nombres bajo el título “Familias que desde el comienzo ayudaron en la construcción de la Iglesia:
(el ordenado alfabético es de la autora)
Alles Matías, Alles Wilibaldo (padre), Bader Walter (albañil), Baumgratz Arturo, Baumgratz Juan, Borgmann Arturo (albañil), Brandt Leopoldo Osvaldo, Caspari Alberto, Dapper Pablo (albañil), EngelsinWaldemar (carpintero), Fank Francisco, Feldmann Pablo, Freiberger Alberto, Freiberger Alfonso, Freiberger Augusto, Freiberger Godofredo, Freiberger José Aloisio, Freiberger Rodolfo, Führ Walter (albañil), GosslerAloisio, Graef Carlos, Graef Enrique
Graef Juan, Groth Arnoldo, Hahn José Alfonso, Hahn José Martín, Hahn Silvino, Hansen Leopoldo, Heck Claudio, Heck Germano, Heck Gilberto, Hentz José, Hillebrand Alfonso, Hillebrandt Otto, Hillebrand Rodolfo, Hippler Alvisius, Hippler Jacobo, Johann José, Klein Alfredo, Klein Otto Clemente, Kleinübing Guillermo, Krindges Alfonso, Krindges Raimundo (jefe de grupo), Kuhn Pedro, Kunrath Huberto (jefe de grupo), Loch Pedro (carpintero), Luft Fridolino (carpintero), Luft Raimundo, Rauber José Alejo, Lunkes Julio, Meier José (albañil),, Nedel Leopoldo,, Neis Roberto, Pfeifer Alex, Rambo Lorenzo, Rambo Valentín (carpintero), Radins Ricardo, Rauber José Alejo, Reckziegel Alfonso, Reckziegel Armindo, Reckziegel Benno, Reckziegel Edwino (carpintero), Reichert Carlos, Reiser Juan (maestro principal de obra), Reiser Pablo (albañil), Rockenbach Pedro Ignacio, Rohde Reynaldo (información de Marta Rohde), Rosenbach Antonio (jefe de grupo), Rosenbach Enrique, Schardong Felipe (presidente de la Comisión), Scherf Eugenio, Scherf Fernando, Scherf Ignacio, Schmädecke José, Schoffen Edmundo, Seewald Alberto, Seewald Edwino, Seewald Leopoldo, Seidel Juan (Jefe de grupo), Seidel Ottmar, SimonBenno, Simon Pedro Albano, Sommer Carlos, Stockmanns José, Steffens, Pedro Jacobo, Stockmanns Zeno, Stoffel Enrique, Stoffel Nicolás, Vier Aloisio, Vier Bertoldo, Vier Ignacio, Vier Juan (jefe de grupo), Vier Willi, Vogel Balduino, Vogt José Moisés, Vogt Serafín (jefe de grupo), Warken Ferdinando, Weber Vicente, Weidmann Ernesto (cálculo de materiales) , Welchen Benno, Welchen Ignacio, Welter Clemente, Wimmer Manuel (albañil), Wolfart Juan (jefe de grupo), Zang Edmundo.
Madrinas: Sra. Leopoldina Schmädecke de Rauber y Sra. Elizabeth Junges de Hahn.
Cabe destacar la participación temprana de jóvenes constructores como Leo Seidel y Leo Caspari, que luego fueron reconocidos profesionales de la construcción en Puerto Rico.

Para comprender la envergadura de esta obra colectiva, debemos situarnos en la época donde las técnicas de construcción eran sumamente artesanales, todo se hacía a mano: por ejemplo para obtener el maderamen para andamios y encofrados había que ir a sacar del monte. Las excavaciones y movimientos de tierra se hacían con picos y palas.

Toda la comunidad estaba involucrada de alguna manera, ya que muchas familias hacían donaciones de materiales como maderas, ladrillos, arena, mano de obra o dinero, a pesar de llevar en la mayoría de los casos una vida muy austera. Mientras tanto, la comisión además organizaba kermeses y fiestas para recaudar fondos.

Los ladrillos del templo fueron fabricados en las olerías de Pedro Kuhn y Miguel Freiberger, quienes donaron la mayor parte.

Sólo la fe en Dios, el convencimiento de estar realizando algo trascendente para la comunidad y la adhesión incondicional hacia el cura párroco, pueden explicar el esfuerzo que hacían para apoyar económicamente esta magnífica obra.

El señor Benno Reckziegel que integraba uno de los grupos de trabajo recuerda con gran admiración la capacidad organizativa y de gestión de don Felipe Schardong, quien recorría a lomo de burro grandes distancias para resolver tantos detalles inherentes a tamaña obra.

La señora Ofelia Kleinübing tiene presente un comentario de su padre quien también integraba una cuadrilla de trabajo, y nos dice que la grava y arenisca utilizada para el relleno de las columnas interiores del templo, fue sacada del cauce del arroyo Garuhapé y desde allí transportada en carro y camión hasta el sitio de la construcción.

Otra zona del arroyo Garuhapé donde fue recogida grava y arena fue en El Bolsón. En esos trabajos participó el Sr. Martín Hahn, entre otros, quienes tenían que acarrear manualmente las bolsas por una pendiente pronunciada de 200 mts. hasta donde estacionaba el carro.

La Sra. Ofelia también nos aporta el dato de que la primera puerta principal (que luego fue remplazada) fue realizada en la carpintería del señor Otelo Diesel, donde trabajaba su esposo Don A. Reckziegel. Allí también se fabricaron los confesionarios, uno de ellos lo hizo el Sr. Oswaldo Blöhsel.

Para construir la base, el fundamento, fueron traídas piedras basálticas de varias improvisadas canteras de la zona, todas a base de pala, pico y dinamita. Así, la familia Nedel comenzó con la cantera que hoy es una de las más conocidas y explotadas de la zona, donando las piedras para el templo y realizando el transporte en carro tirado por bueyes. De igual manera lo hizo la familia de Aloysio Gossler sacando las piedras del terreno de su propiedad.

Las primeras chapas de cinc fueron donadas en gran parte por el Sr. Enrique Graef, quien las sacó del techo de su propia olería, techando ésta con tablillas.

Según expresiones de José Reiser, su padre Juan Reiser, vino de Alemania con la especialización de “frentista” y aquí trabajó con los diseños de los capiteles y otros detalles ornamentales, previamente tallados en moldes de madera, cortada por don José Hentz, reconocido por su exactitud en los cortes. El tallado y posterior fraguado de las piezas fue realizado en la carpintería de Luis Hönle.

Los sucesivos curas párrocos fueron piezas claves en la continuidad de la obra, ya que ejercían un liderazgo indiscutido en la población, especialmente el grupo de católicos, ya que se encargaban de levantar el ánimo o resolver conflictos que podían entorpecer la buena marcha de los trabajos. Por otra parte también las autoridades políticas municipales, en términos generales, siempre han apoyado las iniciativas de la parroquia, entendiendo el sentir de una gran parte de la comunidad.

El Padre Behres por ejemplo, no solo exhortaba a los feligreses en las misas dominicales a la colaboración hacia la obra, sino que supervisaba personalmente a los obreros y en los recreos del colegio, convocaba a los varones más grandes para que ayuden a transportar arena, pedregullo o tierra con las carretillas. De esto dio fe, el Sr. Félix Seidel.

En 1946, estando aún todos los puntales que sostenían el encofrado, fue celebrado el primer casamiento en la iglesia, entre Ottmar Baumgratz y Elvira Huf. En meses subsiguientes, otros matrimonios fueron celebrados allí.

La base del antiguo altar principal y los laterales, fueron construidos por el Sr. Warken en base al diseño realizado por el Hno. Lucas Bruder, quien también realizó las pinturas.
En el año 1948 el Padre Huberto Walter se hace cargo de la parroquia, y es él quien descubre que la imagen de San Alberto no es auténtica. Previa consulta a sus superiores, manda tallar una imagen nueva, luego otra, más pequeña para las procesiones Es en la estancia de este sacerdote como párroco de Puerto Rico cuando se termina y habilita la Casa Parroquial.
En el paso a paso del proceso constructivo vale recordar algunos detalles, que para la época fueron faraónicos: la construcción de la torre y el montaje de la cruz.

En éstos términos lo describe Benno Reckziegel, testigo presencial: “El encofrado de la parte superior cónica de la torre fue diseñado y armado por el maestro constructor Juan Reiser y Felipe Schardong y la colocación de los hierros de refuerzo y sostén, así como los tejidos metálicos desplegables fueron colocados por los jóvenes albañiles Leo Caspari, Leo Seidel y Hebert Werle, secundados por los ayudantes Wendelino Kober, Vitus Alles, Adolfo Neis y Hugo Neis, mientras que el joven Ignacio Warken hacía subir mediante una roldana y larga soga los baldes de argamasa-mezcla, cemento armado, con su fiel caballo, que conocía perfectamente el ritmo del paso que tenía que hacer y la distancia exacta a recorrer para que los baldes lleguen a las manos de los ayudantes y viceversa para la bajada de los mismos.

En tanto la cruz de hierro fue forjada en los talleres de Andrés Pigerl de Posadas y trasladada en barco hasta Puerto Rico. Tiene 3 metros de altura y fue ubicada en el ápice de la torre por tres albañiles jóvenes que trabajaban a las órdenes de Juan Reiser: José (Pepe) Reiser, Leo Caspari y Leo Seidel, desde un andamio construido ad-hoc y que presentaba una roldana, la que mediante un juego de poleas permitió levantar y alzar la cruz hasta su inserción en el agujero apical. La cruz a su vez, remata en un pararrayos de tres puntas.

Fue elevada a su sitial actual el 28 de septiembre del año 1949.
Durante la gestión del P. Walter se inaugura la torre, siendo el padrino de la misma el Sr Balduino Vogel. Ese día se hizo una gran fiesta en el bosquecillo parroquial que fue interrumpida por una tormenta. (Así lo recuerda el Sr. Silvinus Schoffen).

En 1953 llega a esta comunidad el Padre José Phul, sacerdote sumamente activo que se dedica con verdadera pasión a terminar el templo. Trae del Brasil a tres constructores especialistas en hacer los revoques y bóvedas, organiza colectas y otras diversas actividades para juntar fondos, coloca el piso y manda construir las campanas.

Otra tarea que debemos a su gestión es la hermosa pintura al óleo de la cúpula del altar principal, donde un pintor santafecino de apellido Calzada plasmara una imagen poco conocida de la Santísima Trinidad, que representa el instante en que Dios Padre decide encarnarse a través de la persona de su Hijo, para salvar a la humanidad; el mismo artista dibujó representaciones simbólicas de los Sacramentos, en cada uno de los siete arcos marcados en relieve en la pared semicircular del ábside.

Durante los meses que duró el trabajo, a fines de la década del 50, hubo que acostumbrarse a la presencia de los andamios que entorpecían un tanto la funcionalidad del templo. Pero valió la pena, ya que finalizada la obra, impactó por su fuerza expresiva, modificando la austeridad de las paredes. En la década de 1970, estos dibujos fueron tapados por varias manos de pintura, sin conocerse hasta ahora la verdadera causa; probablemente como respuesta a las reformas post conciliares que imponían mayor sencillez y sobriedad a los arreglos en las iglesias. Lo cierto es que ese hecho despertó sentimientos de disconformidad en muchas personas.

En la misma época se suprime la celebración de la Santa Misa a espaldas del pueblo, y, en consecuencia desaparece completamente el altar principal, como también el comulgatorio, siendo reemplazado por una sencilla mesa sobre la cual se coloca los utensilios propios del rito de la Misa, y a partir de entonces, el sacerdote oficia el culto de frente al pueblo.
Según el sentir de algunas personas, se pasó demasiado rápido de un extremo a otro, por ejemplo ocultando imágenes muy caras a la devoción de la gente. Hubo frecuentes reclamos al respecto.

En la misma época se suprime la celebración de la Santa Misa de espaldas al pueblo, y en consecuencia, desaparece completamente el altar principal, como también el comulgatorio, y poco después, los altares que encabezaban las respectivas naves laterales.
Una vez finalizados los trabajos principales en el interior del templo, las sucesivas Comisiones Parroquiales, tradición que persiste desde el inicio, se encargan de efectuar todo tipo de mejoras, tanto en lo funcional como en lo estético, de manera que cada vez el templo y el espacio circundante crecen en comodidad y belleza.

Un gran logro para mejorar la acústica fue la instalación de un sistema de micrófonos y parlantes convenientemente ubicados. De igual manera se hizo importantes mejoras en la iluminación y ventilación.

En 1999 se inició un importante proyecto de embellecimiento del templo: la reposición de la pintura de la Santísima Trinidad en la cúpula del altar principal La tarea estuvo a cargo de los artistas plásticos Carmen Mabel Dieminger y Claudio Szulczewski quienes luego del raspado de la pintura que tapaba la original, que fortuna no se había adherido totalmente sobre el óleo, la restauraron con gran fidelidad, utilizando para ello pintura al aceite.
Comparando ambas pinturas se puede decir que la más reciente tiene tonalidades más fuertes y contornos más definidos.

En cuanto a los dibujos de los sacramentos, se optó por hacerlos de nuevo, de lo que se ocupó el artista plástico Gustavo Maidana, que trabajó con la técnica de repujado en cuero tratamiento de colores. Las piezas de cuero con los dibujos fueron colocados sobre placas de madera en forma de arcos realizadas por el ebanistero Federico Kleinübing, cuyas formas armonizan con los arcos en relieve de la pared del ábside donde fueron colocados, o sea, en el mismo sitio que tenía las pinturas originales.

El descubrimiento de las nuevas pinturas del templo se realizó el domingo 11 de noviembre de 2001, en el marco de la Semana Aniversario de Puerto Rico. Fue una ceremonia muy emotiva, ya que las personas encargadas de descubrir los paños, fueron elegidas entre quienes representaban cada sacramento. Por ejemplo, en el Orden Sagrado, le tocó al Padre Alfredo Rosenbach, que fue el primer sacerdote que celebró su Primera Misa en esta iglesia, y casualmente se encontraba de vacaciones en Puerto Rico, procedente de Chile donde ejerce su ministerio.

En el Sacramento del Matrimonio, también fue coincidente que los esposos Benno Reckziegel y Olivia Rambo, celebren ese día sus “bodas de diamante”, por lo tanto, legítimos representantes para ese protocolo.

En cuanto a las funciones que históricamente desarrolló el templo, cabe destacar que siempre fue un espacio de socialización y encuentro. Numerosas familias provenientes de la colonia recorrían grandes distancias para cumplir con el culto de la Misa dominical, y al finalizar era el momento de saludos y amenas charlas entre conocidos y parientes. A pesar de sus grandes dimensiones, en muchas oportunidades faltó y sigue faltando lugar, ya que la concurrencia es multitudinaria, especialmente en ocasiones como Semana Santa, Navidad, Primera Comunión, Ordenaciones Sacerdotales, etc.

Además de su función religiosa específica, de tanto en tanto se utilizó como recinto de presentaciones de coros, espectáculo que goza de mucha aceptación, en determinada franja de público.

Otra costumbre relacionada con el uso del templo, desde el comienzo hasta hace muy poco tiempo, fue la ceremonia de bendición de los féretros, como coronación del proceso de velatorio de los difuntos, o la “Misa de cuerpo presente” antes de su inhumación. A partir de noviembre de 2001, (salvo contadas excepciones) esta ceremonia se realiza en la capilla del cementerio, habilitada para ese fin.

Aspecto arquitectónico:
Vista desde el exterior es una construcción de ladrillos, obtenida de las olerías de la zona. En la fachada y paredes laterales aún se puede observar el detalle de la marca de los dedos de los operarios; esto da cuenta de la tecnología de la época, donde los adobes recién cortados eran manipulados sin mucha atención a las marcas de las manos, en el momento que eran transportados en carretillas para después apilarlos para su oreado. Actualmente en la mayoría de las fábricas se utilizan cintas transportadoras, o bien se cuida de no tocarlos en los bordes que quedarán “a la vista”. Según testimonios recogidos, también los niños participaban de estos trabajos, lo que explica la presencia de huellas de manos muy pequeñas.

El edificio cuenta con una nave central de 45 metros de largo y dos laterales, con orientación oeste-este; junto con el ábside donde antiguamente se encontraba el altar principal. El techo a dos aguas es de chapa común acanalada. El cuerpo de la nave sobresale en altura con respecto a las naves laterales y en sus paredes se encuentran seis ventanales de cada lado, en grupos de tres, con vidrios esmerilados de colores, lo que proporciona mayor luz natural al interior del templo. Las naves laterales están cubiertas con techo a “media agua”

La fachada con ladrillos “a la vista” es de suma sencillez, con un gran pórtico trabajado en madera en forma de arco y tanto las puertas laterales como los ventanales siempre simétricos, repiten el diseño. Asimismo, otros detalles ornamentales como doseles y cornisas armonizan con el conjunto.

Desde el último plano de la fachada arranca la estructura de la única y altísima torre que tiene la iglesia. Precisamente la torre es la parte más llamativa y observable a gran distancia, ya que el edificio se encuentra en la parte alta de de una colina. Esta circunstancia hizo que don Benno Reckziegel en sus “Memorias” la denomine “dedo de Dios”. El mismo autor nos cuenta que en realidad estaba prevista la construcción de otras dos torres, a ambos lados de la existente, lo que disimularía su desproporción. Cabe acotar que hasta el momento, no se completaron las torres menores previstas originalmente en el proyecto.

La torre tiene un desarrollo en tres tramos rectangulares en perímetro decreciente, con dos ventanales terminados en arco, de cada lado. El último tramo cubierto de un pináculo hexagonal, rematado por una cruz de tres metros de altura se asienta sobre una bocha de 0,80 cm. De diámetro y 116 kg. De peso. La cruz posee una bellísima ornamentación de hierro forjado.

La torre en su conjunto mide 48 mts. En su interior se encuentran las campanas.
Por mucho tiempo, la escalera por la cual se accedía al campanario y la parte alta del interior de la torre, era muy precaria, representando un peligro para los usuarios. Eso preocupó a Don Guillermo Terlaack que se ocupó de conseguir el material y encargó una construcción más segura por donde acceden los encargados del mantenimiento y los que instalan las luminarias en tiempos navideños.

La planta forma un diseño en cruz. En el interior del templo la separación de las naves se resuelve con seis pares de columnas, con una base o zapata octogonal, un fuste cilíndrico, macizo, revestido con un revoque muy pulido de aspecto granítico, con capiteles adornados al estilo corintio con hojas y volutas.

Desde los ábacos de los capiteles arrancan los arcos de medio punto, que unen a las columnas entre sí, y se prolongan simétricamente formando aristas hacia el centro de las distintas secciones de las bóvedas: dichas aristas están cubiertas de listones de madera, que convergen en un punto rematando con una roseta de madera torneada. El piso es de mosaico granítico.

Todo el interior del edificio tiene excelente iluminación natural a través de ventanales en forma de arcos alargados, con vidrios de distintos colores. (Cabe mencionar que los ventanales fueron ampliados en el marco de un trabajo de reforma).

En el fondo como un entrepiso o balcón, se encuentra el lugar destinado al coro, desde donde se accede a las escaleras que llevan a la torre.

El interior del templo está íntegramente revocado y pintado en tonos suaves, y completan la decoración los cuadros del Vía Crucis, un crucifijo que pende del techo en el ábside y las pinturas recientemente restauradas en la bóveda principal.

En ambos frentes de las naves laterales, los antiguos altares secundarios fueron reemplazados por sencillos pedestales que sostienen sendas imágenes, en el lateral izquierdo la estatua de San Alberto Magno, y en la nave derecha, la imagen de la Virgen Inmaculada.

A un costado del templo, entre la Casa Parroquial y la iglesia fue levantada una Gruta donde se encuentra entronizada la Virgen de Guadalupe. El trabajo fue realizado por los jóvenes “Marianos” una agrupación religiosa de varones que funcionó varios años en la parroquia. La gruta fue inaugurada el 8 de diciembre de 1954.

Las campanas:
Están dotadas de un gran significado en el imaginario colectivo de la comunidad, desde constituirse en la “voz de la conciencia” que recordaba con sus toques en distintos momentos del día, ya sea la llamada a oración, el medio día, como al cumplimiento de otras obligaciones, especialmente la Misa dominical hasta acontecimientos como bodas, fallecimientos o la llegada del Año Nuevo.

Originalmente la iglesia tuvo la campana de la primera iglesia San Alberto Magno, hoy capilla San Miguel, y en el año 1956, el entonces cura párroco Rvdo. Padre José Phul encarga la construcción de tres campanas nuevas a un taller de fundición de Bochum (Alemania) especialmente para nuestra comunidad. De distinto tamaños y bellísimos sonidos cada una con su nombre grabado en relieve, la más pequeña “Ave María”, la mediana “San José” y la mayor “San Alberto”.

Trabas burocráticas impidieron el normal arribo de las campanas al puerto local. En conocimiento de la situación, el inmigrante Héctor Zarza, ofrece su barcaza “María Elena” que operaba en el puerto paraguayo de Natalio. Las campanas bajan en ese sitio y son transportadas por Zarza y su personal hasta las barrancas de Línea Paraná
En octubre de 1958 arribaron al frente del templo montadas en el camión de Alfonso Rambo, recibidas por la comunidad y el novel obispo Jorge Kemerer, quien las bendijo en esa ocasión.

Cada campana tenía sus padrinos que fueron seleccionados en sendos remates “al mejor postor” para el financiamiento de las mismas. Así de la campana San Alberto fueron padrinos José Stockmanns e Hilda Rosenbach, de la San José, Antonio Rosenbach y Frida Seewald de Baumgratz y de la Ave María, Ricardo Radins e Isabel Flores de Rauber

Es de imaginarse el desafío que representó montar las pesadas campanas en la torre, cuando no se conocían los elevadores automáticos.

La vieja campana tuvo como destino la capilla San Roque de la colonia San Alberto. Esta decisión, no fue bien recibida por los feligreses allegados a la capilla San Miguel, que esperaban la devolución de la campana.

El equipo electrónico para poner en funcionamiento el repique automático de las campanas fue instalado a principios de 1962, y procede de Alemania. La automatización horaria se realizó en Agosto del año 1999. La campana numero 2 (San José) suena diariamente por unos minutos a las 12 hs del mediodía y los fines de semana la misma también anuncia la llamada de las Misas de las 19,30 hs y 8,00 hs.
El técnico Pedro Terlaak, se encarga del mantenimiento de su mecanismo.

Lo más interesante tal vez sea el peculiar código de comunicación que constituían estas campanas durante mucho tiempo para la comunidad. Además de tocar llamadas y entradas a los diferentes oficios religiosos, era costumbre anunciar los fallecimientos. Así, cuando moría un niño o chicos jóvenes tocaba la campana menor; la muerte de una señora era anunciada con la campana mediana, mientras que para los varones adultos, tocaba la mayor.

Los repiques se daban en grupos de tres a intervalos regulares, luego en forma continuada durante algunos minutos. La importancia de la persona fallecida en relación a la iglesia, se notaba en la duración de las campanadas.

La construcción del Templo San Alberto Magno marca un punto de inflexión en el devenir histórico de nuestra ciudad. Hoy su imagen recortada en el paisaje, muy cerca de la Ruta 12, en frente del edificio Municipal, aun para los no católicos es un emblema de Puerto Rico.
Es importante dejar registro de la historia de esta magnífica obra, no sólo por su aspecto arquitectónico, sino por el extraordinario proceso cooperativo de su construcción, en tiempos más que difíciles, donde sólo la fuerza de la fe pudo movilizar tantas voluntades en torno a un objetivo.

Autora: Leonor Kuhn. "Somos Puerto Rico".

Fuentes consultadas:
-Álbum de Fotografías del Colegio San Alberto Magno.
-Misioneros del Verbo Divino. La Congregación del Verbo Divino en la Argentina 1889-1939. -Libro de Oro. Bs. As. 1939.
-Piojan Historia del Arte. Tomo II Editorial Salvat. Barcelona. 1969.
-Rauber Cleto Cuadernillos Sexagésimo Aniversario de Puerto Rico. 1979.
-Rauber Guido y Kuhn Leonor. Historias Inéditas de Puerto Rico. Ediciones Germania. Puerto Rico. 2013.
-Reckziegel Benno. Memorias de Puerto Rico. Municipalidad de Puerto Rico. 1999.

Entrevistados que aportaron información:
Baumgratz Rodolfo (2009) , Blöhsel Oswaldo (2008), Caspari Leo (2007), Kleinübing Ofelia (2005), Kuhn Olivia (1998), Maidana Gustavo (2003), Neis Victoria (2005), Schardong Lucía (2004), Schoffen Silvinus (2006), Simon Ignacio (2005), Reckziegel Benno (2003), Reiser José (2009), Rosenbach Hilda 2016), Werle Teresa (2009), Zarza María Elena (2009) , Zarza Narcizo (2019) y Terlaack Juana (2020).

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Período:   Territorio Nacional de Misiones 1881-1953
Uso:   Culto
Otros:   Protegidas