El "Hospitalito" de Eldorado.

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Mi abuelo vino de Alemania con toda su familia, constituida por su esposa, dos varones y una niña. Se instalaron en la Picada 9 (Cerro Corá) de Eldorado, como lo hicieron tantos otros inmigrantes de aquella época, sufriendo incalculables penurias y privaciones.

Como este relato trata de específicamente la historia del Castillo –así lo llamaban- y aun hoy lo siguen haciendo así, no me referiré a toda la historia de su vida. Solamente, y porque forma parte de esta historia diré que participó en la guerra europea de 1918 y que su profesión era albañil y que construyó en su chacra una hermosa casa de material (hoy hogar La Buena Semilla).

En cierto momento de su vida, recordó a los soldados que quedaron lisiados por la guerra en la que participó y planeó construirles un edificio que pudiera albergar a algunos de ellos. Construyó el edificio de dos plantas, la de abajo para el albergue y la de arriba para su vivienda particular, en un lote que estaba en la esquina de las hoy calles Chile y Triunvirato, a una cuadra de la Avenida San Martín, que en aquellos tiempos era la picada Maestra o calle principal. Al terminarlo, solicitó a las autoridades pertinentes el permiso correspondiente para traer a sus camaradas. Pero, grande y decepcionante fue su sorpresa, al no serle otorgado esto, sino todo lo contrario, fue prácticamente obligado a alquilarle a valores irrisorios a Salud Pública de la Nación, para un hospital, pues en Eldorado no había, el cual funcionó luego varios años allí.

Por ser hospital quiero decir que prestó un servicio imprescindible y loable a la población, pero ya en aquel tiempo, tal como hoy en algunos momentos, la falta de insumos, de los fondos para la comida de los enfermos y para los sueldos era normal.
También don Jakob recurrió en varias oportunidades a un profesional, para cobrar sus alquileres atrasados.

El fin de mi abuelo sucedió accidentalmente, pues años después al querer reventar una gran piedra que estaba en el camino frente al hospital y molestaba al tránsito, hizo a martillazos y con un corta hierros un agujero a la misma y le colocó la dinamita necesaria para hacerlo. Le advirtieron que no hiciera esto, pero él les aseguró que conocía de la operatoria, por haberlo hecho en su cantera en Alemania.

El desgraciado accidente ocurrió cuando, al no explotar la dinamita en el momento programado, fue a ver en el agujero qué pasaba, y en ese momento explotó la misma, destrozándole parte de la cara. Inmediatamente fue llevado a la clínica que estaba en el barrio La Colina, cerca de allí, pero falleciendo luego a pesar de la atención recibida.

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